A veces, cuando sales de una sala de proyección lo haces
con la sensación de que has asistido a un trabajo digno y cuidado. Esa es la
impresión que tuve tras detenerse el scroll
que iba identificando a todas las personas que habían tenido alguna cosa que
ver con la película ‘Yucatán’, desde su director, Daniel Monzón, hasta los
extras que llenan la pantalla dentro y fuera del crucero que les lleva de
Barcelona a Yucatán y Recife con escalas en Marruecos y Las Canarias, pasando por la
música, que entiendo que es uno de sus mejores valores. No es extraño, por eso,
que lo primero que conocimos de ‘Yucatán’ fue el clip musical de la canción que
Carlos Jean compuso para la película y que interpreta junto Teyou, Annya i Big
Mama Swing.
Uno intuye que Monzón no pensaba alargar el metraje hasta las dos horas que acaba durando cuando concibió el proyecto pero que se atrevió a ello cuando vio que la atención y la diversión del espectador se mantenían sin dificultad a lo largo de la historia. Hay que felicitarle a él y al coguionista, Jorge Guerricaechevarría, por conseguirlo.
‘Yucatán’ demuestra que no es justo encasillar a actores y directores en un papel y un género determinados. Daniel Monzón solventa bien la papeleta de dirigir películas duras como ‘Celda 211’ o ‘El Niño’ y también la de una comedia entretenida como la que hoy nos ocupa. De Luis Tosar podemos decir lo mismo. Incluso de Joan Pera, que exhibe más registros que los del personaje divertido y apocado con el que le solemos identificar. Stephanie Cayo y Rodrigo de la Serna rayan a un muy buen nivel, incluso sorteando la dificultad de cantar, bailar y tocar el piano que les corresponde interpretar en esta ocasión.
De la Serna, Cayo, Monzón y Tosar
Probablemente alguien cuestionará la credibilidad de
algunas escenas o la imagen un poco tópica y negativa que se da de Casablanca o
Recife. Pero se trata de una comedia, ciertas concesiones a la exageración son
aceptables y no cuestionan la convicción de que es una película que vale la
pena saborear. Quizás llega con retraso. A principios de verano habría sido un buen
antídoto para una sociedad como la catalana y la española demasiado enfrascadas
en discusiones y malas caras y poco predispuestas a plantarle cara al mundo con
sonrisas como las que provoca ‘Yucatán’.
Siscu Baiges
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