“Que mueran los
novios”, “La vida es vida. Y punto”, “Es lo que hacemos en la vida: esperar”. “Polvo
serán”, la última película de Carlos Marques-Marcet, está salpicada de frases
que llaman a pensar. Todo el largometraje es una reflexión sobre la vida y la
muerte, mientras vemos como Claudia (Ángela Molina) y Flavio (Alfredo Castro),
su compañero de siempre, deciden suicidarse. Claudia sufre una enfermedad
terminal y Flavio no entiende la vida sin ella. Por ello deciden morir juntos
en Suiza ingiriendo una pastilla letal.
La música de Maria Arnal
y la danza de la compañía La Veronal juegan un papel importante en este
largometraje que su director explica así: “en esta mezcla de géneros, el musical
tendrá la función de permitir acercarnos a estas complejas emociones y al
agujero insondable de la muerte allá donde las palabras no llegan, pronunciadas a través del cuerpo y de la música. Las coreografías están planteadas no como una pausa de la narración,
sino como una forma de hacer avanzar la película mediante la exploración de los
personajes desde otro ángulo”.
Es evidente que la excelente interpretación de Ángela Molina y Alfredo
Castro dan un valor especial a esta obra que se ha llevado una Espiga de Plata
(ex aequo) de la Semana Internacional de Cine de Valladolid y el premio
Platform en el Festival de Toronto. Molina y Castro recibieron también una
mención especial en la Seminci de Valladolid, prólogo seguro de otros galardones
que recibirán estos dos intérpretes.
Mònica Almirall,
Patricia Bargalló y Manuel Biedermann forman parte de un elenco convincente de “Polvo
serán”, producida por Lastor Media, Alina Films (Suiza) y Kino Produzioni
(Italia) y en la que hay destacar el guión inteligente del propio director y de
Clara Roquet y Coral Cruz.